jueves, 3 de diciembre de 2009

Más que mil palabras

Hoy encontré un tesoro.
Estoy echa polvo, apenas he dormido y me duele, como suele decirse, hasta el alma.
Pero me da igual. Me da todo igual. Porque encontré un tesoro.

Cuando menos lo esperaba y donde menos lo esperaba, rodeado de oro y de arte, desde un mundo paralelo en espiral, apareció.
Pequeño, casi insignificante, pero increíblemente bello.
Claro y hermoso, como es el ser humano - sí,sí, el mismo al que vemos día a día en su peor expresión.
Sencillo entre tanta grandeza. ¡Precioso!

Me infunde tales ganas de vivir, tales ganas de sentir ¡que tengo miedo de haberme vuelto loca!
Lo guardaré para siempre en mi mente y se lo devolveré su dueño. Allí se quedará. Una imagen que casi puedo respirar. Un beso que casi puedo saborear. Nunca se va a ir porque, ahora, su belleza es también mía.


No revelaré mi hallazgo, pero os puedo dejar alguna joya:
W. Klein (1955) Candy Store




- - A William Klein y a Nueva York, pero, sobre todo, a alguien que no voy a mencionar porque, seguramente, estas ñoñerías le parecerían un horror (y con razón...)
Me hacen inmensamente feliz tus lecciones sobre la suerte que tenemos de existir y que una vida no es vida sin pasión.
Admirarte es poco.

3 comentarios:

Tiny dancer dijo...

¡Qué misteriosa andas! Espero que me reveles tus secretos pronto... entonces te daré yo la clave de dónde residen mis tesoros ;)

Tiny dancer dijo...

Cuando vuelves a leer el mensaje, conociendo la naturaleza del tesoro, es aún más bonito.

Te quiero pichi

LiZ dijo...

yo también me muero de curiosidad!!!

(pronto me pasaré por tu hogar para que me lo reveles...)