viernes, 20 de mayo de 2011

Después de todo

Y antes de nada,
me queda una palabra que explicarte
amor
cientos de sentimientos que entregarte.
Me quedan mil maneras de decirte
que no hay parte de mí que no se muera
por verte cada día al despertarse.

Después de todo, sólo pido un poco...
un poco, nada más, de eternidad
tus años y los míos al completo
tu sangre para que viva en mi cuerpo.

Y antes de nada, aquí, por la presente,
pago mi deuda por adelantado
te hago entrega de mil y una dudas,
de soles y de lluvias y de cambios.
Las risas, los abrazos, los adioses
los besos y los ruidos y los llantos...
de un sonreír al verte incontrolable
de un echarte de menos que hace daño.

Después de todo, que esperen los dioses...
yo, antes de nada, esperaré a tu lado.


martes, 1 de marzo de 2011

Por cierto...

...la próxima vez que tenga la suerte de poder mirarte a los ojos, que no se me olvide decirte que te quiero.

miércoles, 12 de enero de 2011

¡Ha sido niño!

Deberían haberle llamado Ulises, porque ni atándose al palo mayor deja de escuchar los cantos de sirena.
También podría haber sido nombrado con una sola sílaba: Pez, en honor a su incapacidad de recordar la forma de las piedras con las que ya ha tropezado.
Sus padres podrían haberle puesto Geppetto, por empeñarse en creer que son ciertos los sueños que construye a base de -inerte- madera.
Aladdin tampoco hubiese sido una mala elección... le preocupa demasiado que los demás le vean como un príncipe cuando es un -más que digno- cualquiera.
Pero volvamos a la mitología, ¿no habría sido Paris el mejor de los nombres? Es capaz de dejar que ardan ciudades por una mujer... ¡sobre todo si no es la suya!
Pensándolo bien, cualquier nombre era mejor que Paco. No, no. No Francisco. "Pa" - "co". Así aparecía, tal cual, en su carnet de identidad.
Pero, a veces, un nombre humilde es el mejor reto al que nos podemos enfrentar, ¿no creéis?

martes, 14 de diciembre de 2010

Paul y los bollos del espacio. Capítulo I

"Mira Paul, llevas tres horas tocándome las narices con lo mismo. ¡No te voy hacer madalenas y punto pelota!".
Paul se dio media vuelta, enfurruñado, y subió a su habitación cuidándose bien de pisotear cada escalón, no fuera a ser que a mami no le hubiese quedado lo suficientemente claro que no estaba, en absoluto, de acuerdo con la negativa.
¿Y qué si los otros niños corrían más que él? ¿Y qué si no era capaz de saltar el potro? ¿Qué era aguantar un par de insultos de vez en cuando -¡bola de sebo!, ¡barriguitas!- comparado con el placer de saborear una de aquellas madalenas? Mmmmmm... ¡O un bizcocho con chocolate! Y si podía ayudar en su elaboración !mejor que mejor!

Pero mami, tan estupenda ella, tan delgada y elegante, no acababa de entender que a Paul le diese igual lo que pensara el resto de la gente. Además, como puntualizaba siempre, estaba preocupada por la salud de su "Polito".
Sin embargo, no tenía por qué. Su retoño era un fuera de serie sanitario. Ni gripes ni catarros ni un triste resfriado. Además era, con diferencia, el niño más listo de la clase y tenía una imaginación que no conocía límite alguno.

Aquella misma tarde, tras haber dictado los deberes a tres amigos que habían faltado a clase, enfermos de un virus que había afectado hasta al profesor -pero, por supuesto, no a Paul- se había sentado a dibujar un nuevo comic: Las increíbles aventuras de Super Galactic Madalein. A Paul todo lo que sonase de lejos a inglés le parecía "chachi". Ahora sí, a la hora de la verdad no entendía ni papa... pero "cero limonero", que decía su hermana.

El caso, que Super Galactic Madalein era, como no podía ser de otra forma, estadounidense. Un espectacular muffin neoyorkino, que huyó de la pastelería en que fue creado -en un horno radiactivo, por supuesto- para luchar contra los matones de patio de colegio que le roban las meriendas a los niños indefensos.

Madalein se hacía pasar por una simple madalena en la bolsa de la merienda de uno de estos niños atormentados. Cuando un abusón la robaba y se la llevaba a la boca, el muffin liberaba toda su fuerza galáctica en un "mamporro máximo mortal" y tumbaba al matón de turno sin apenas esfuerzo. Una vez el villano yacía en el suelo indefenso -y, como no, desconcertado, porque que te zurre una madalena pues no es cosa del día a día...- Madalein soltaba su famosa frase:
"Si coges lo que no es tuyo, te parto la cara, ¡capullo!"

A Paul, por aquel entonces, le encantaba la palabra "capullo" porque la acababa de aprender. Además era de esas palabras que no llega a ser un taco, pero casi, y se sentía poderoso diciéndola en casa sin que le riñesen del todo.
Si hubiese podido, se la habría dedicado repetidas veces a Raúl Filas. Ese despreciable y despropocionadamente gigantesco ser que se dedicaba, cada martes por la tarde, a robarle la merienda.

Paul no lo quería reconocer, pero Filas le tenía amargado. Y aunque no se parase a odiarle abiertamente, la aparición de Super Galactic Madalein hablaba por si sola...
Ese mismo día, que por desgracia había sido un martes, aquel asqueroso le había robado el muffin de chocolate que, con sus escasos ahorros, Paul había comprado en la panadería de la esquina. Por eso al llegar a casa tenía tanto antojo de madalenas y por eso le fastidió tanto tantísimo la obsesión con su dieta de mami.

Paul no se paró a pensar que si le hubiese contado la historia del matón de Filas, mami le hubiese horneado madalenas hasta quedarse sin horno. Le daba vergüenza reconocer aquella "derrota", sobre todo ante un simio del tal calibre.

Al subir a su habitación se tiró en la cama pensativo. Tenía la extraña sensación de que algo iba a cambiar dentro de poco... Pero sólo era capaz de pensar en madalenas peleonas que salían del horno de mami jurando acabar con el cabestro de Filas.

lunes, 29 de noviembre de 2010

tic... tac

-Pero ¿qué es lo que necesitas? - Le preguntó, casi chillando, desesperado al verla con los ojos vidriosos y el ánimo hecho un puzle al que le sobran piezas.
-¡Tiempo! - le respondió, abandonándose un llanto que le había estado oprimiendo el pecho, loco por salir.
Él puso la mano sobre su hombro, con suavidad, y fijó su mirada en el suelo.
-Malgastas lágrimas y saliva - le respondió abatido - si me vienes a pedir lo único que no puedo fabricar.

martes, 12 de octubre de 2010

¿Qué demonios hago aquí?

"When you were here before
I couldn't look you in the eye
you're just like an angel
your skin makes me cry"
Radiohead - Creep

---
No hay luna morada o verde
reflejada en tus ojos negros
no hay tierra, ni mar, ni cielo...

Sólo la ilusión de una pupila
dibuja un estrecho abismo
dentro del abismo...
tu rabioso poder, ¡tu centro mismo!

Quien no diera la vida por saber qué es
por qué me atrapa, por qué
se escapa de mi entendimiento

En un desliz del sentir
del sentido... ¡del sentimiento!
quemaría tantas biblias como cerillas quedan
en los bolsillos de esta vieja gabardina,
que ya no repele la lluvia
ni abriga este corazón loco,
por saber...
¡Mi reino por saber!

Mientras tanto me contento
con mirar tus ojos negros
con soñar tus ojos negros
Y quererte
sin querer...

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Arrastro...

Pintaban bastos.

Tenía una mano de esas que pueden ser muy buenas o muy malas. Pero era optimista y, entre el índice y el pulgar, acariciaba un as pensando: esta vez sí.
Me giré y le miré. Sonreía, cómplice del mismo delito de quererlo todo y quererlo ya. Adicto al juego, como yo.

Le acaricié el antebrazo para llamar su atención y, sin pensármelo dos veces, le enseñé mi mano.
Él me ayudaría. Él me haría ganar. Me diría qué hacer. Jugaría sus cartas teniendo en cuenta las mías.

Pero entonces una sombra cruzó sus ojos verdes. El resto de la mesa le miraba, acusándole. O eso pensaba...
Arrastró y me arrastró. Destrozó mi baza...

Perdí. Él también perdió. Alguien ganó, pero eso ya no importaba...
Me levanté y me fui. No había nada que explicar.

Y volvería apostarlo todo a su sonrisa, cien veces más, con la peor de las manos.
Volvería a perder...