lunes, 27 de julio de 2009

16

Y respiré y tu olor no era el de siempre. Era más dulce que nunca. Era distinto pero igual y me arrastraba otra vez... Más si cabe por hacer tanto tiempo ya que no te esperaba. No te esperaba ni deseaba ya, y me lo devolviste todo, todo el deseo - ¡más vivo que nunca! - con una sonrisa, una frase y una caricia. No hizo falta más. No hizo falta nada más...

Mirarte a los ojos y ver fue abrir de par en par las compuertas al recuerdo preso. Me inundé de lo que fue y lo que no fue. Me di cuenta de cuanto habíamos cambiado para ser, en el fondo, los mismos. Tu mirada seguía diciendo dos cosas a la vez. Más de lo que puedo describir. Más de lo que me dirás jamás. Y yo seguía sin atreverme a preguntar. Sin atreverme a arrancarte lo que en el fondo sabía que querías darme. A pesar del miedo. A pesar del mundo.

Tú, antes que nadie y después de todos. Tú otra vez. Y, como siempre, nunca tú.

Y dejé que me hablaras. Dejé que rozaras mi mano, el brazo, el cuello, la cara... Y me acerqué lo suficiente para hacerte luchar contra ti mismo. Acerqué mis labios a tu oído para decirte... No importaba qué. Sólo era una excusa para dejarme invadir y respirar tu perfume, básico y sensorial como tu aliento y tu tacto... el sonido de tu voz... y mi silencio.

Mi silencio llegó de repente, cuando volví a pensar. Cuando volví a dudar. Como siempre. Como antes. Y quedó todo por decir; otra vez.

No te he vuelto a ver desde entonces y cada día me pregunto qué pasará si te encuentro. Y me acelera saber que ese momento está cerca. Seguro. Y me juro que te miraré a los ojos y te diré lo que tus ojos dicen. Lo que mis ojos dicen. Y no habrá más mentiras entre los dos.
A pesar del mundo...

1 comentario:

Tiny dancer dijo...

jou.

ya dije hace unos meses que si nos atreviéramos a decir todas esas palabras que nos guardamos cubiertas de incómodos silencios el mundo funcionaría mejor.