miércoles, 12 de enero de 2011

¡Ha sido niño!

Deberían haberle llamado Ulises, porque ni atándose al palo mayor deja de escuchar los cantos de sirena.
También podría haber sido nombrado con una sola sílaba: Pez, en honor a su incapacidad de recordar la forma de las piedras con las que ya ha tropezado.
Sus padres podrían haberle puesto Geppetto, por empeñarse en creer que son ciertos los sueños que construye a base de -inerte- madera.
Aladdin tampoco hubiese sido una mala elección... le preocupa demasiado que los demás le vean como un príncipe cuando es un -más que digno- cualquiera.
Pero volvamos a la mitología, ¿no habría sido Paris el mejor de los nombres? Es capaz de dejar que ardan ciudades por una mujer... ¡sobre todo si no es la suya!
Pensándolo bien, cualquier nombre era mejor que Paco. No, no. No Francisco. "Pa" - "co". Así aparecía, tal cual, en su carnet de identidad.
Pero, a veces, un nombre humilde es el mejor reto al que nos podemos enfrentar, ¿no creéis?

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