viernes, 12 de enero de 2007

¡¡¡Navidad, Navidad, dulce Navidad!!!

Buff, merece la pena el frío, a veces hasta se le apetece a uno que nieve... ¡Qué va! ¡Pero que estoy diciendo! Mira que no darme cuenta de que llenar la casa de adornos navideños al calor de la chimenea sólo satisface mis ansias consumistas... ¡Y eso que llevan más de diez años siendo los mismos!


“La Navidad es un sin sentido materialista” Dijo en intelectualoide dressed in Lewi’s & Converse. ¿Por qué están tan de moda la hipocresía y las bocas grandes? Después de poco reflexionar, he llegado a la conclusión de que sólo hay dos tipos de personas capaces de escupir semejantes perlitas: unos, los más, que son pura fachada chachi-progre; y otros que, para su desgracia, son simplemente unos tristes. Tratamiento para los primeros: un buen par de verdades ¡zas, en toda la boca!. Tratamiento para los segundos: un niño cualquiera llorando de felicidad porque Baltasar le ha guiñado un ojo (así de pasteloso y así de cierto) y porque, al día siguiente, se levantará a las seis de la mañana para ver qué le han traído los reyes y, sobre todo, para comprobar que ya no está la comida que le dejó a los camellos.

Pero antes Nochebuena, Navidad y Nochevieja, esas (excesivamente copiosas) comidas familiares en las que todo el mundo se ríe y vuelve a comentar esa anécdota que, aunque ya hemos oído mil veces, nos hace tantísima gracia. Los preparativos, el champán (o mejor, sidra El Gaitero) y las uvas. Súmale la ‘locura’ buscando algo rojo que ponerse para recibir el año nuevo, los amigos felicitándote el año, los churros, los belenes, las panderetas, los villancicos, los nervios, ese tío al que hace tanto que no ves, las luces, el turrón... ¿Tengo que seguir?

No se puede obligar a nadie a ser feliz, eso está claro, pero no se me ocurre nada más triste que perder la esperanza y dejar pasar esos pedacitos de alegría gratuita. Así que, a pesar de que esta Navidad no ha resultado ser ni mucho menos como yo quisiera, y de que el espíritu navideño hace amagos todos los días de escaparse para no volver y dejarme convertida en otra triste más; pienso ser tan feliz como buenamente pueda y, desde luego, no voy a perder la esperanza. Esperaré que el 2007 y la Navidad que viene me hagan llorar, como antes, de alegría.


To Hope

When by my solitary hearth I sit,
And hateful thoughts enwrap my soul in gloom;
When no fair dreams before my "mind's eye" flit,
And the bare heath of life presents no bloom;
Sweet Hope, ethereal balm upon me shed,
And wave thy silver pinions o'er my head!

Whene'er I wander, at the fall of night,
Where woven boughs shut out the moon's bright ray,
Should sad Despondency my musings fright,
And frown, to drive fair Cheerfulness away,
Peep with the moonbeams through the leafy roof,
And keep that fiend Despondence far aloof!

Should Disappointment, parent of Despair,
Strive for her son to seize my careless heart;
When, like a cloud, he sits upon the air,
Preparing on his spell-bound prey to dart:
Chase him away, sweet Hope, with visage bright,
And fright him as the morning frightens night!

Whene'er the fate of those I hold most dear
Tells to my fearful breast a tale of sorrow,
O bright-eyed Hope, my morbidfancy cheer;
Let me awhile thy sweetest comforts borrow:
Thy heaven-born radiance around me shed,
And wave thy silver pinions o'er my head!

Should e'er unhappy love my bosom pain,
From cruel parents, or relentless fair;
O let me think it is not quite in vain
To sigh out sonnets to the midnight air!
Sweet Hope, ethereal balm upon me shed,
And wave thy silver pinions o'er my head!

John Keats

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Neni yo siempre pienso lo mismo de las navidades pero es que me encantan CON o SIN sentimientos totalmente materialistas. PERO estas navidades me han aportado mucho. Ha habido muchos momentos, muchas cosas (totalmente nmateriales, eh?) que me han hecho reflexionar mucho (ya se lo comenté a Jorge) y por eso digo que: Año Nuevo, Vida Nueva, LLari Nueva.

Piensa en todo lo que nos va a deparar este año en Dublin :)

Muaaaaa

Jorge dijo...

A mí la Navidad me mola, que digan lo que quieran. Si necesitamos quejarnos de cómo va el mundo, creo que hay más de una cosa que comentar antes que nuestra hipocresía navideña. No digo que no exista, pero no me parece más que un reflejo de cómo somos, reflejo que obtiene cualquier realidad que nos rodee. Simplemente las navidades están a huevo para tomarla con ellas.

Hay gente que sufre si los demás son felices, está claro.